Provincia de Lleida
Santa María de Ribera de Cardós
(Ribera de Cardós, Pallars Sobirà)
42º 33,822'N ; 1º 13,686'E
Las
noticias más antiguas de la Vall de Cardós corresponden a los preceptos al
obispado de Urgell por el emperador Luis el Piadoso, del año 835 y el del rey
Carlos el Calvo del año 860, que recogen dos preceptos anteriores, perdidos ,
que hicieron Carlomagno entre el año 800 y el 814 y el mismo Luis el Piadoso,
como rey de Aquitania, en el año 814.
Desde
mediados del siglo X, la parroquia de Santa María era propiedad del
monasterio de Gerri de la Sal, pues había sido donada al cenobio por los condes
Isarn y Guillermo I. Esta vinculación ya no existe en el siglo XII, cuando
depende directamente del obispado de Urgell.
La
iglesia actual de Santa María presenta una imagen muy diferente a la que tenía
en época románica. Las
importantes alteraciones sufridas a lo largo de los siglos han transformado
completamente su aspecto.
Estas
reformas tuvieron lugar en el siglo XVIII, cuando según los gustos de la época,
se reformó totalmente en estilo barroco, siguiendo el esquema del resto de
iglesias del Pallars. El
resultado fue un gran templo, de una sola nave, cubierta con bóvedas de
arista y dotado de capillas laterales, por encima de las cuales hay una
tribuna.
Es
en la cabecera en uno de los lugares donde todavía podemos ver elementos románicos.
La
nave está rematada al este con un gran ábside, de planta semicircular,
aunque muy deformada. El
revoque de sus muros impide conocer con certeza la cronología de este ábside
y por tanto no podemos precisar qué partes formarían parte de la primitiva
cabecera y cuáles son de nueva factura.
En
la parte central y sobrepuestas, se abren dos ventanas de doble derrame,
actualmente cegadas. El
hecho de que haya dos ventanas, situadas en dos niveles, hace pensar que
inicialmente existía una cripta bajo el presbiterio.
Flanqueando
este ábside, muy probablemente, había dos ábsides laterales. El
del lado sur desapareció y en su lugar se construyó una sacristía. La
misma función desarrolla hoy en día el ábside norte, que si se ha
conservado.
Tiene
planta semicircular y presenta una ventana abocinada en la parte central,
hecha con piedra pómez, que destaca del ábside, que está realizado con
relleno de piedra lloseca.
Exteriormente
está decorado con un friso de arcos ciegos y dos lesenas, que no se han
conservado en su totalidad y no llegan al friso.
El
perímetro del ábside sobresale del muro lateral de la iglesia actual.
De
hecho en el cementerio, situado al norte del templo, podemos ver los restos
del antiguo muro de cierre, dando a entender que en algún momento el templo
tuvo tres naves. A
falta de un estudio en profundidad, todo parece indicar que las naves
laterales, así como sus ábside, fueron añadidos durante el siglo XII.
Adosada
al muro de tramontana de este ábside encontramos la torre campanario. Se
trata sin duda del elemento más destacado del templo.
Tiene
planta cuadrada y cuatro pisos de altura. Los
dos inferiores corresponden a un alto zócalo y están cubiertos con bóvedas
de arista. En
la planta inferior encontramos tres ventanas espitlleradas y una escalera de
piedra que conduce hasta la tribuna. A
continuación, por una escalera practicada en el interior del muro sur, se
accede a la segunda planta, donde también encontramos tres ventanas
aspilleradas. En
el muro este, vaciado en el espesor del muro, encontramos un pequeño ábside,
similar a los que encontramos en Sant
Pere de Vic y Sant Martí de Canigó, datados en el siglo XI.
Por
otra escalera, también construida en el muro, se accede a la tercera planta.
En
ella se abren cuatro grandes ventanas de medio punto.
Gracias
a una escalera de madera, se puede llegar a la última planta. Está
iluminada por tres ventanas geminadas, con doble columna central y dos arcos
apuntados, que se encuentran enmarcados por un arco de medio punto.
Exteriormente
el campanario está decorado siguiendo la tradición lombarda, con frisos de
arcos ciegos y de dientes de sierra, así como lesenes cantoneras. Por
encima del último friso de arcos ciegos encontramos un friso a base de
elementos dispuestos oblicuamente.
La
torre campanario está coronada con almenas, donde se abren aspilleras, que
denotan también su carácter defensivo, pues desde su azotea se domina
perfectamente la entrada al valle.
El
otro elemento interesante del templo es su portada, situada en el muro oeste.
Está
formada por tres arcos de medio punto en gradación. El
más exterior está decorado con un pequeño friso de dientes de sierra.
Encima
hay tres arcos ciegos, también decorados con un friso de sierra. Estos
arcos descansan en unos canecillos ajedrezados. El
mismo motivo escultórico se repite en un friso que hay sobre los arcos.
Completa
la decoración de la fachada un hermoso rosetón, que está decorado
exteriormente con unos dientes de sierra y interiormente con dentículos.
A
ambos lados de la puerta encontramos dos aristas que marcan la anchura de la
primitiva nave.
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